Lo que todos comparten es la emoción por ponerse el traje rojo, amarillo y verde y subirse a la estatua del Cipotegato desafiando la lluvia de tomates, pero recibiendo también el reconocimiento del público, miles de personas congregadas en la plaza del ayuntamiento. De entre todos ellos, sólo una persona habrá cumplido su sueño, el resto tendrán que seguir intentándolo, esperando que la suerte no sea esquiva la próxima vez.

He ido dos veces a la tomatina de Tarazona y aunque lo de lanzarse tomates me sigue dando un poco de asco, el ambiente es genial y te pasa un gran rato.Una de las mejores fiestas de Aragón.
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